Los tecnófilos nos están llevando a un viaje totalmente imprudente a lo desconocido. Mucha gente entiende algo de lo que el progreso tecnológico nos está haciendo sin embargo toma una actitud pasiva porque piensa que es inevitable. Pero FC no piensa que lo sea. Pensamos que se puede parar, y daremos aquí algunas indicaciones de como arreglárselas para pararlo.
Como afirmamos en el párrafo 166, las dos tareas principales para el presente son promover la tensión social y la inestabilidad en la sociedad industrial y desarrollar y propagar una ideología que se oponga a la tecnología y al sistema industrial. Cuando el sistema esté suficientemente inestable y con tensión, puede que sea posible una revolución contra la tecnología. El modelo sería similar al de la Revolución Francesa y Rusa. La sociedad francesa y la rusa, algunas décadas anteriores a sus respectivas revoluciones, mostraron un incremento de los signos de tensión y debilidad. Mientras tanto, se desarrollaron ideologías que ofrecían una nueva visión del mundo que eran bastante diferentes a la vieja. En el caso ruso, los revolucionarios trabajaban activamente para minar el viejo orden. Entonces, cuando el viejo sistema fue puesto bajo suficiente tensión adicional (por medio de una crisis financiera en Francia y en Rusia por una derrota militar) fue barrido por los revolucionarios. Lo que proponemos es algo en la misma línea.
Se objetará que la Revolución Francesa y Rusa fracasaron. Pero muchas revoluciones tienen dos finalidades. Una es destruir una forma vieja de sociedad y la otra es establecer la nueva forma imaginada por los revolucionarios. La revolución Francesa y Rusa fracasaron (afortunadamente) en crear la nueva clase de sociedad que soñaban, pero fueron bastante afortunadas destruyendo la vieja sociedad. No tenemos ilusiones a cerca de la facilidad de crear una nueva forma de sociedad ideal. Nuestra finalidad es sólo destruir la forma existente.
Pero una ideología, con objeto de ganar apoyo entusiasta, tiene que tener un ideal positivo así como uno negativo; tiene que estar A FAVOR de algo así como CONTRA algo. El ideal positivo que proponemos es la Naturaleza. Esto es, naturaleza SALVAJE: aquellos aspectos del funcionamiento de la Tierra y sus cosas vivientes que son independientes de la administración humana y libres de su interferencia y control. Y con la naturaleza salvaje incluimos la naturaleza humana, con lo que queremos decir aquellos aspectos del funcionamiento de la persona que no están sujetos a regulaciones por la organización social sino que son productos del azar, o del libre albedrío, o dios (dependiendo de tus opiniones religiosas o filosóficas).
La naturaleza hace de contraideal perfecto a la tecnología por varias razones. La naturaleza (aquélla que está fuera del poder del sistema) es lo opuesto de la tecnología (que busca expandir infinitamente el poder de este). Mucha gente estará de acuerdo con que la naturaleza es hermosa, desde luego tiene un tremendo encanto popular. Los ambientalistas radicales YA sostienen una ideología que exalta la naturaleza y se opone a la tecnología. Una ventaja adicional de la naturaleza como contraideal a la tecnología es que, en mucha gente, inspira la clase de reverencia que está asociada con la religión, de modo que la naturaleza quizá puede ser idealizada en bases religiosas. Es cierto que en muchas sociedades la religión ha servido como soporte y justificación del orden establecido, pero también es cierto que a menudo ha proporcionado una base para la rebelión. Así, puede ser útil introducir un elemento religioso en la rebelión contra la tecnología, porque hoy la sociedad occidental no tiene una base religiosa fuerte. En nuestros días, también se usa como un soporte barato y transparente para el egoísmo intolerante y miope (algunos conservadores la usan de esta manera), o incluso es explotada cínicamente para hacer dinero fácil (por muchos evangelistas), o ha degenerado a un irracionalismo tosco (sectas protestantes fundamentalistas, «cultistas»), o está simplemente estancada (catolicismo, línea principal del protestantismo). La cosa más cercana a una religión fuerte, extendida y dinámica que occidente ha visto en tiempos recientes ha sido la casi religión del izquierdismo, pero hoy está fragmentado y no tiene finalidades claras, unificadas e inspiradas. Así, hay un vacío religioso en nuestra sociedad que igual puede llenarse por una religión enfocada en la naturaleza en oposición a la tecnología. Pero sería un error intentar confeccionar artificialmente una para llenar este papel. Algo semejante a una religión inventada probablemente sería un fracaso. Tomemos la religión «Gaía» por ejemplo. ¿Sus partidarios creen REALMENTE en ella o simplemente están actuando? Si están actuando, será al final un fracaso. Probablemente es mejor no intentar introducir la religión en el conflicto de la naturaleza contra la tecnología a no ser que REALMENTE creas en ella y encuentres que despierta una respuesta profunda, fuerte y genuina en otra mucha gente. No es necesario por el motivo de la naturaleza establecer alguna utopía quimérica o ningún nuevo tipo de orden social. Ella cuida de sí misma; fue una creación espontánea que existía mucho antes que cualquier sociedad humana, y por incontables siglos muchas sociedades humanas diferentes coexistieron con ella sin hacerle excesivo daño. Sólo con la Revolución Industrial el efecto se hizo realmente devastador. Para aligerar la presión sobre la naturaleza no es necesario crear una clase especial de sistema social, sólo es necesario deshacerse de la sociedad industrial. Por supuesto, esto no resolverá todos los problemas. La sociedad industrial ya ha hecho un daño tremendo y las heridas tardarán mucho tiempo en curarse. Además, incluso las sociedades preindustriales pueden hacer un daño significativo a la naturaleza. Sin embargo, deshacerse de la sociedad industrial sería un gran trato. Aligeraría la peor presión por lo que las heridas podrían empezar a curarse. Quitaría la capacidad a la sociedad organizada de continuar incrementando su control sobre la naturaleza (incluyendo la humana). Cualquier clase de sociedad puede existir después de la desaparición del sistema industrial, lo cierto es que mucha gente vivirá cerca de la naturaleza, porque en la ausencia de tecnología avanzada no hay otra forma en que la gente PUEDA vivir. Para alimentarse tienen que ser campesinos o pastores o pescadores o cazadores etc. Y, hablando en general, la autonomía local debería tender a incrementarse, porque la falta de tecnología avanzada y comunicaciones rápidas limitarán la capacidad de los gobiernos u otras grandes organizaciones de controlarlas.
Y en cuanto a las consecuencias negativas de eliminar la sociedad industrial bueno, no puedes comerte el pastel y al mismo tiempo tenerlo. Para ganar una cosa tienes que sacrificar otra.
Mucha gente odia el conflicto psicológico. Por esta razón odia cualquier pensamiento serio sobre cuestiones sociales difíciles, y les gusta que tales asuntos les sean presentados en términos simples: ESTO es todo bueno y AQUÉLLO es todo malo. Por lo tanto, la ideolo-gía revolucionaria debe desarrollarse en dos niveles.
En el nivel más sofisticado debe dirigirse a personas que sean inteligentes, pensativas y racionales. El objetivo debe ser crear un.núcleo de personas que se opondrían al sistema industrial con bases racionales y sensatas, con total apreciación de los problemas y ambigüedades implicadas, y el precio que hay que pagar para deshacerse del sistema. Es particularmente importante atraer a gente de este tipo, ya que son gente capaz y contribuirán a influir a otras. Esta gente debe ser dirigida a un nivel tan racional como sea posible. Nunca deben deformarse los hechos intencionadamente y debe eludirse el lenguaje inmoderado. Esto no quiere decir que no se puede apelar a las emociones, pero se debe tener cuidado para evitar falsificar la verdad o hacer alguna otra cosa que destruyera la respetabilidad intelectual de la ideología.
En el segundo nivel, debe propagarse de una forma simplificada que permita a la mayoría poco pensante ver el conflicto de la tecnología contra la naturaleza en términos que no sean ambiguos. Pero, incluso en este segundo nivel, la ideología no se debe expresar en un lenguaje demasiado malo, inmoderado o irracional que aliene a las personas del tipo pensativo y racional. Algunas veces la propaganda mala e inmoderada alcanza ganancias de periodo corto impresionantes, pero será más ventajoso a largo plazo el mantener la lealtad de un pequeño número de personas inteligentes y comprometidas que despertar las pasiones de una multitud poco pensante e inconstante que cambiará su actitud tan pronto como alguien venga con un truco de mejor propaganda. De cualquier manera, puede ser necesaria propa-ganda del tipo populacho entusiasta cuando el sistema esté cerca del punto de colapsarse y haya una lucha final entre ideologías rivales para determinar cuál se convertirá en dominante cuando la vieja visión del mundo se hunda.
Antes de esa lucha final, los revolucionarios no deben esperar tener una mayoría de personas a su lado. La historia está hecha por minorías activas y resueltas, no por la mayoría, que rara vez tiene una idea clara y consistente de lo que realmente quiere. Hasta que llegue el momento del empujón final para la revolución, la tarea será menos ganar el apoyo superficial de la mayoría que el construir un núcleo pequeño de gente profundamente comprometida. Ya que para la mayoría, será suficiente el hacerles conscientes de la existencia de la nueva ideología y recordárselo frecuentemente; aunque por supuesto sería deseable tener un apoyo mayoritario hasta el punto de que esto se pueda hacer sin debilitar al núcleo de gente comprometida seriamente.
Cualquier clase de conflicto social ayuda a desestabilizar el sistema, pero uno debe ser cuidadoso sobre la clase de conflicto que estimula. La línea de conflicto se debe dibujar entre la masa de gente y la élite que sostiene el poder en la sociedad industrial (políticos, científicos, ejecutivos de negocios de alto nivel, funcionarios gubernamentales, etc.). NO se debe dibujar entre los revolucionarios y la masa de gente. Por ejemplo, sería mala estrategia el condenar a los americanos por sus hábitos de consumo. En vez, al americano medio debe retratársele como a una víctima de los anuncios de la industria de mercado, que lo han absorbido para comprar mucha basura que no necesita y que es una compensación muy pobre a cambio de su libertad perdida. Cualquier aproximación de las dos es consecuente con los hechos. Es meramente una cuestión de actitud si culpas a la industria publicitaria de manipular al público o al público por permitir ser manipulado. Por una cuestión de estrategia generalmente uno debe evitar culpar al público.
Uno se lo debe pensar dos veces antes de estimular cualquier otro conflicto social que el de la élite que sustenta el poder (la cual maneja la tecnología) y el público en general (sobre los que la tecnología ejerce su poder). Por un lado, otros conflictos tienden a distraer la atención del problema importante (entre el poder de la élite y la gente normal, entre la tecnología y la naturaleza); por otro lado, a la larga otros conflictos pueden tender a estimular la tecnologización, porque cada lado en tal conflicto quiere usar el poder tecnológico para aventajar a su adversario. Esto se ve claramente en la rivalidad entre naciones. También aparece en conflictos étnicos dentro de éstas. Por ejemplo, en América muchos líderes negros están ansiosos por ganar poder para los afroamericanos situando personas negras en la élite tecnológica. Los quieren ahí para que haya muchos funcionarios gubernamentales, científicos y ejecutivos de corporaciones negros, y así sucesivamente. En ese sentido, están ayudando a que la subcultura afroamericana sea absorbida por el sistema tecnológico. Hablando en general, uno debe estimular sólo aquellos conflictos sociales que puedan encajar en el marco del conflicto del poder de la élite contra la gente normal, de la tecnología contra la naturaleza.
Pero la forma de oponerse al conflicto étnico NO es a través de la militancia partidaria de los derechos de las minorías (ver párrafos 21, 29). En vez, los revolucionarios deben enfatizar que éstas también sufren más o menos desventajas, y que son de una trascendencia periférica. Nuestro enemigo real es el sistema tecnológico-industrial y en la lucha contra él las distinciones étnicas no tienen importancia.
La clase de revolución que tenemos en mente no implica necesariamente un alzamiento armado contra algún gobierno. Puede o no suponer violencia física, pero no será una revolución POLÍTICA. Su foco estará en la tecnología y en la economía, no en la política. Se puede concebir (remotamente) que la revolución pueda consistir sólo en un cambio masivo de actitudes hacia la tecnología resultando en una desintegración relativamente gradual y sin dolor. Pero, si esto pasa, seremos muy afortunados. Es bastante más probable que la transición.a una sociedad no tecnológica sea muy difícil y esté llena de conflictos y desastres.
Probablemente los revolucionarios deben incluso EVITAR asumir poder político, sea por medios legales o ilegales, hasta que el sistema industrial tenga la suficiente tensión hasta un punto peligroso y haya probado ser un fracaso a los ojos de mucha gente. Supongamos por ejemplo que algún partido «verde» ganara el control del congreso de Estados Unidos en una elección. Para evitar traicionar o aguar su propia ideología deberían tomar medidas vigorosas para volver el crecimiento económico en reducción económica. Al hombre medio los resultados le parecerían desastrosos: habría paro masivo, falta de comodidades, etc. Incluso si los peores efectos se pudieran evitar a través de una administración superhumanamente hábil, aún así la gente tendría que empezar a renunciar a los lujos a los que se han vuelto adictos. Crecería la insatisfacción, el partido «verde» sería echado del despacho y los revolucionarios habrían sufrido un serio retraso. Por esta razón no deben intentar adquirir poder político hasta que el sistema se halla convertido en tal confusión que cualquier apuro será visto como resultado del fracaso del sistema industrial y no de la política de los revolucionarios. La revolución contra la tecnología probablemente tendrá que ser desde fuera, una revolución desde abajo no desde arriba.
La revolución tiene que ser internacional y mundial. No se puede llevar a cabo en bases de nación por nación. Cuando se sugiere que los Estados Unidos, por ejemplo, debe reducir el progreso tecnológico o el crecimiento económico la gente se vuelve histérica y empieza a gritar que, si nos quedamos atrás en tecnología, los japoneses se pondrán por delante. ¡Santos robots! ¡El mundo se saldrá de su órbita si los japoneses alguna vez venden más coches que nosotros! (El nacionalismo es un gran promotor de la tecnología). Más razonablemente, se discute que, si las naciones relativamente democráticas se quedan atrás en tecnología mientras las peligrosas naciones dictatoriales como China, Vietnam y Corea del Norte continúan progresando, a la larga los dictadores pueden dominar el mundo. Por esto es porque el sistema industrial debe atacarse en todas las naciones simultáneamente, en la extensión en que esto sea posible. Exacto, no hay garantía de que el sistema industrial se pueda destruir aproximadamente al mismo tiempo en todo el mundo, y es incluso concebible que en el intento de derrocar lo puede dirigirse en vez a ser dominado por dictadores. Ese es el peligro que hay que correr. Y vale la pena correrlo, ya que la diferencia entre un sistema industrial «democrático» y uno controlado por dictadores es pequeña, comparada con la diferencia entre un sistema industrial y uno no industrial. La estructura tecnológica y económica de una sociedad son bastante más importantes que su estructura política a la.hora de determinar la manera en que vive el hombre medio. Ver párrafos 95, 119. Puede incluso discutirse que un sistema industrial controlado por dictadores sería preferible, porque normalmente se han demostrado ineficientes, por lo tanto presumiblemente es más probable que se colapse. Mira Cuba.
Los revolucionarios pueden considerar una medida favorable que la economía mundial tienda a atarse en un conjunto unificado. Acuerdos de libre comercio como *NAFTA y GATT son probablemente perjudiciales a medio y corto plazo, pero a largo plazo tal vez pueden ser ventajosos porque fomentan la interdependencia económica entre naciones. Será más fácil destruir el sistema industrial en bases mundiales si la economía está tan unificada que el colapso en cualquier nación principal lleve al colapso en todas las naciones industrializadas.
Alguna gente toma la línea de que el hombre moderno tiene demasiado poder, demasiado control sobre la naturaleza; pretenden una actitud más pasiva por parte de la raza humana. En el mejor de los casos se están expresando poco claramente, porque no distinguen entre el poder para las GRANDES ORGANIZACIONES y el poder para las PERSONAS y los PEQUEÑOS GRUPOS. Es un error pretender la impotencia y la pasividad, porque la gente NECESITA poder. El hombre moderno como entidad colectiva ésta es, el sistema industrial tiene un inmenso poder sobre la naturaleza, y nosotros (FC) consideramos esto funesto. Pero las PERSONAS y los GRUPOS PEQUEÑOS DE PERSO-NAS actuales tienen bastante menos poder del que nunca tuvo el hombre primitivo. Hablando en general, el poder abrumador del hombre actual sobre la naturaleza se ejerce no por las personas o por los pequeños grupos sino por grandes organizaciones. Hasta el punto de que la PERSONA media actual puede ejercer el poder de la tecnología pero sólo dentro de estrechos límites y sólo bajo la supervisión y el control del sistema. (Necesitas una licencia para todo y con ella vienen reglas y regulaciones). La persona sólo tiene aquellos poderes tecnológicos que el sistema elige proporcionarle. Su poder PERSONAL sobre la naturaleza es pequeño.
Las personas y los grupos pequeños primitivos en realidad tenían un poder considerable sobre la naturaleza, o puede que sea mejor decir poder dentro de la naturaleza. Cuando el hombre primitivo necesitaba comida sabía como encontrar y preparar raíces comestibles, como seguir la pista a la caza y atraparla con armas hechas en casa. Sabía como protegerse del calor, del frío, de la lluvia, de los animales peligrosos, etc. Pero hizo relativamente poco daño a la naturaleza porque el poder COLECTIVO de la sociedad primitiva era insignificante comparado con el poder COLECTIVO de la sociedad industrial.
En vez de pretender la impotencia y la pasividad, uno debe argumentar que el poder del SISTEMA INDUSTRIAL debe romperse, y que esto INCREMENTARÁ ampliamente el poder y la libertad de las PERSONAS y los PEQUEÑOS GRUPOS.
Hasta que el sistema industrial haya sido destruido minuciosamente, ésta debe ser la úNICA finalidad. Otras finalidades distraerían la atención y la energía de la principal. Más importante, si los revolucio-narios se permiten tener cualquier otra finalidad, se verán tentados a usar la tecnología como una herramienta para alcanzar esa otra finalidad. Si ceden a esa tentación, caerán directamente en la trampa tecnológica, porque la tecnología moderna es un sistema unificado y estrechamente organizado, por lo que, con objeto de conservar ALGO de tecnología, uno se encuentra obligado a conservar LA MAYOR PARTE, por lo tanto se termina sacrificando sólo sumas testimoniales de esta.
Supongamos por ejemplo que los revolucionarios tomaran la «justicia social» como finalidad. Siendo como es la naturaleza humana, la justicia social no se daría espontáneamente, tendría que ser forzada. Con este objeto los revolucionarios tendrían que retener las organizaciones y el control central. Para eso necesitarían transporte rápido de larga distancia y comunicación, y por tanto toda la tecnología necesaria para sostenerlos. Para alimentar y vestir a la gente pobre tendrían que usar tecnología agrícola y de manufactura. Y así sucesivamente. Por lo que el intento de asegurar la justicia social les forzaría a retener la mayor parte del sistema tecnológico. No es que tengamos nada contra la justicia social, pero no debe permitirse que interfiera en el esfuerzo de acabar con el sistema tecnológico.
Sería desesperado intentar atacar el sistema sin usar ALGUNA tecnología moderna. Si nada más tienen que usar los medios de comunicación para propagar su mensaje. Pero deben usar tecnología moderna para UN sólo propósito: atacar el sistema tecnológico.
Imagina un alcohólico sentado con un tonel de vino en frente. Supón que empieza a decirse, «el vino no es malo si se usa con moderación, porque pequeñas cantidades son incluso buenas...» Bueno ya sabes lo que va a pasar. No olvides nunca que la raza humana es simplemente como un alcohólico con un tonel de vino.
Los revolucionarios deben tener tantos niños como puedan. Hay una fuerte evidencia científica de que las actitudes sociales son en una extensión significativa heredadas. Nadie sugiere que una actitud social es el resultado directo de la constitución genética de una persona, pero parece que los rasgos de la personalidad son en parte heredados y que algunos de ellos tienden, dentro del contexto de nuestra sociedad, a hacer a una persona más probable de sostener esta o aquella actitud social. Se ha planteado alguna objeción a estas recomendaciones, pero son débiles y parecen estar motivadas ideológicamente. En cualquier acontecimiento, nadie niega que como media los niños tienden a.sostener actitudes sociales similares a las de sus padres. Desde nuestro punto de vista no importa mucho si las actitudes pasan genéticamente o a través de la formación en la infancia. En cualquier caso pasan.
El problema es que mucha de la gente que está inclinada a rebelarse contra el sistema industrial está también preocupada sobre el problema de la población, por lo tanto creen oportuno tener pocos o ningún niño. De esta forma pueden estar cediendo el mundo a gente que mantiene o al menos acepta el sistema industrial. Para asegurar la resistencia de la próxima generación de revolucionarios la actual debe reproducirse abundantemente. Haciéndolo empeorará el problema de la población sólo ligeramente. Y el problema importante es acabar con el sistema industrial, porque una vez haya pasado la población mundial necesariamente decaerá (ver párrafo 167); mientras, si el sistema industrial sobrevive, continuará desarrollando nuevas técnicas de producción de comida que pueden permitir a la población mundial incrementarse casi indefinidamente.
Respecto a la estrategia revolucionaria, en los únicos puntos en los que insistimos absolutamente son que la única finalidad predominante tiene que ser la eliminación de la tecnología moderna y que ninguna otra finalidad puede permitirse que compita con esta. Para el resto, se debe tomar una aproximación empírica. Si la experiencia indica que alguna de las recomendaciones hechas en los párrafos precedentes no va a dar buenos resultados, entonces se deben descartar.