Pero nos hemos adelantado en nuestra historia. Una cosa es desarrollar en el laboratorio una serie de técnicas psicológicas o biológicas para manipular el comportamiento humano y otra el integrar estas técnicas dentro del funcionamiento de un sistema social. El segundo problema es el más difícil de los dos. Por ejemplo, mientras que las técnicas de educación psicológicas funcionan indudablemente bastante bien en los «colegios laboratorio» donde son desarrolladas, no es necesariamente fácil el aplicarlas efectivamente a lo largo de nuestro sistema educativo. Todos sabemos como son muchos de nuestros colegios. Los profesores están demasiado ocupados quitando a los niños cuchillos y pistolas como para someterlos a las últimas técnicas para convertirlos en primos de los ordenadores. Así, a pesar de todos sus avances técnicos referentes al comportamiento humano, el sistema hasta la fecha no ha sido notablemente afortunado en controlar a los seres humanos. La gente cuyo comportamiento es bastante bueno bajo el control del sistema son aquellos del tipo que puede ser llamado «burgués». Pero hay un número creciente de personas quienes de un modo u otro son rebeldes al sistema: sanguijuelas del bienestar, bandas de jóvenes, cultistas, satanistas, nazis, medioambientalistas radicales, milicianos, etc.
Actualmente, el sistema está ocupado en una lucha desesperada para superar ciertos problemas que amenazan su supervivencia, entre los cuales los más importantes son los del comportamiento humano. Si prospera en adquirir el control suficiente sobre éste lo bastante deprisa, probablemente sobrevivirá. De otra manera fracasará. Pensamos que el problema será resuelto, lo más probable, dentro de las próximas.décadas, digamos de 40 a 100 años.
Supongamos que el sistema sobrevive a la crisis de las próximas décadas. Para entonces tiene que tener resuelto, o al menos sometido a control, los principales problemas a los que se enfrenta, en particular aquel de la «socialización» de los seres humanos; esto es, hacer a la gente lo suficientemente dócil como para que su comportamiento no lo amenace por más tiempo. Llevándose eso a cabo, no parece que habría ningún nuevo obstáculo al desarrollo de la tecnología, y presumiblemente avanzaría hacia su conclusión lógica, que es el control total sobre todo en la Tierra, incluyendo seres humanos y el resto de organismos importantes. El sistema se puede convertir en una organización unitaria y monolítica, o puede estar más o menos fragmentado y constituir un número de organizaciones que coexistan en una relación que incluya elementos tanto de cooperación como de competición, exactamente como ocurre hoy con el gobierno, las corporaciones y otras grandes organizaciones que tanto cooperan como compiten las unas con las otras. Casi toda la libertad humana habrá desaparecido, porque los individuos y los grupos pequeños serán impotentes respecto de las grandes organizaciones armadas con supertecnología y un arsenal de herramientas psicológicas y biológicas avanzadas para manipular a los seres humanos, además de instrumen-tos de vigilancia y coacción física. Sólo un pequeño número de gente tendrá algún poder real y probablemente incluso estos tendrán una libertad muy limitada, porque su comportamiento también será regulado; exactamente como ocurre hoy con nuestros políticos y ejecutivos de corporaciones que pueden mantener sus posiciones de poder sólo en tanto que su comportamiento permanezca dentro de ciertos límites bastante estrechos.
No imagines que el sistema parará de desarrollar nuevas técnicas para controlar a los seres humanos y a la naturaleza una vez halla terminado la crisis de las próximas décadas y el incremento del control no sea necesario por más tiempo para su supervivencia. Al contrario, una vez hallan terminado los tiempos duros, el sistema incrementará el control más rápidamente, porque no le estorbarán las dificultades del tipo que ha experimentado actualmente. La supervivencia no es el motivo principal del control. Como explicamos en los párrafos 87-90, los técnicos y los científicos continúan con su trabajo en gran parte como una actividad sustitutoria, satisfacen su necesidad de poder resolviendo problemas técnicos. Continuarán haciendo esto con entusiasmo inmoderado y entre los problemas más interesantes y desafiantes de resolver para ellos serán aquellos del entendimiento del cuerpo y la mente humana e intervenir en su desarrollo. Por «el bien de la humanidad», por supuesto.
Pero supongamos, por otra parte, que la tensión de las décadas.venideras pueda ser demasiado para el sistema. Si se colapsa puede haber un periodo de caos, un «tiempo de problemas» tales como aquellos que la historia ha experimentado en varias épocas en el pasado. Es imposible predecir que surgirá de ese tiempo de problemas, pero, sea como sea, a la raza humana se le dará una nueva oportunidad. El mayor peligro es que la sociedad industrial pueda empezar a reconstituirse por sí misma dentro de los primeros años después del colapso. Desde luego habrá mucha gente (especialmente del tipo hambrientos de poder) que estará ansiosa por volver a poner en marcha las fábricas.
Por lo tanto aquellos que odian la servidumbre a la que el sistema industrial está reduciendo a la raza humana se enfrentarán a dos tareas. En primer lugar, tenemos que trabajar para aumentar la tensión social dentro del sistema así como incrementar la probabilidad de que se colapse o sea debilitado lo suficiente para que una revolución contra él sea posible. En segundo lugar, es necesario desarrollar y propagar una ideología que se oponga a la tecnología y al sistema industrial. Tal ideología puede convertirse en las bases de una revolución contra la sociedad industrial siempre y cuando el sistema se debilite lo suficiente. Y tal ideología ayudará a asegurar que, siempre y cuando la sociedad industrial se colapse, sus restos sean hechos pedazos irreparables, por lo que no podrá ser reconstruida. Las fábricas deben ser destruidas, los libros técnicos quemados, etc.